lunes, 27 de septiembre de 2010

“Chicha” Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo


En la búsqueda de la verdad

Por María Inés Pereita y Lautaro González

“El espanto, el horror, aquel 24 de noviembre de 1976. Los tiros. La muerte…y ‘desapareciste’. Te llevaron solita. Tenías tres meses. El tiempo se detuvo. Nunca más la Vida” (…) Carta a mi nieta Clara Anahí Mariani.


Clara Anahí Mariani fue secuestrada por las fuerzas de seguridad el 24 de noviembre de 1976, cuando tenía tres meses. Un operativo militar bajo las órdenes de Etchecolatz, Camps y Suárez Mason bombardeó su casa en La Plata. Desde entonces, es buscada incansablemente por su abuela.


A los 86 años, María Isabel Chorobik de Mariani, “Chicha”, no se da por vencida. Cree estar cada vez más cerca de la verdad. En estos 33 años logró hilvanar y reconstruir parte del secuestro de Clara Anahí: varios de los indicios que se desprenden de la búsqueda, la llevan a sospechar que su nieta podría ser Marcela Noble, la hija apropiada de la dueña de Clarín. La fundadora y ex presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo adelantó a 2010 los últimos datos aportados en la causa, los vínculos entre la iglesia y el aparato militar de la Dictadura, y su reencuentro con Hebe de Bonafini luego de 32 años.


- ¿Qué opina acerca del abandono del país de Ernestina Herrera de Noble?

- En este momento, al referirme a mi nieta Clara Anahí Mariani no puedo dejar de mencionar el caso de Ernestina Herrera de Noble. Es tan compleja la situación que no sé por dónde empezar.

- ¿A partir de qué indicios existe la posibilidad de que Marcela Noble sea Clara Anahí?

- Desde el inicio de mi búsqueda, tanto Madres y Abuelas, acudimos a la iglesia a preguntar cómo nos podían ayudar. Pero cada vez que me entrevisté con un obispo o arzobispo me dijeron que podían averiguar. Cuando me enteré que a mi hijo lo habían matado me quedé sorda, muda, ciega, sola. ¿Qué hice?: grité un padrenuestro. En esos momentos, me surgió la necesidad de creer en algo. No soy militante católica, pero pensé que me podían ayudar los obispos. En La Plata fui a la Catedral para hablar con el arzobispo Plaza (Antonio José). No me recibió. Me mandaron al sótano a hablar con un tal Sosi, que después supimos era policía de civil. No sirvió para nada. Sólo me evadió y me dijo que monseñor Plaza no tenía tiempo para recibirme.


- Estos hechos dieron cuenta de la complicidad entre el aparato militar y la iglesia, ¿cómo fue su reacción con la institución eclesiástica?

- Me fui de la iglesia para siempre. La iglesia no es lo que yo pensaba, no es lo que todo el mundo cree. La religión es otra cosa. Es una lástima porque le quitaron apoyo psíquico a la gente. Empecé por Plaza, seguí por Montes (Monseñor José María), que tenía su despacho debajo de la Catedral. El casó a Diana y Daniel, me dijo que iba a buscar a la nena y un montón de promesas. Cuando me fui le recordé que no le había dado el nombre. Y él me nombró a Daniel y Diana. ‘Me acuerdo perfectamente de ellos, cuando los casamos con Ruta’, y me citó para la semana siguiente. Tomé un taxi para ir a la Catedral y desde el interior me llamó la atención una ambulancia que llevaba un bulto extraño, como si fuera un cuerpo. Le pregunté al chofer, y me respondió que llevaban un subversivo. Se me heló la sangre. Llegué en terribles condiciones anímicas porque acababan de matar a mi hijo en esos días. Ver ese muerto ahí me impresionó mucho. Me recibió y me dijo: ‘va a tener que dejar de buscar señora’, ya habían pasado seis meses de la desaparición de Clara Anahí y la muerte de Diana. ‘De donde está no la podemos sacar, no siga insistiendo. No moleste a los que la tienen. Está en un lugar de tanto poder económico, que es intocable, no se la puede sacar de ahí. No insista, no vuelva hacer nada’. Entonces le pregunté: ‘¿qué tengo que hacer para tenerla?’. ‘Rece. Le falta fe señora’, y me echó.


- Fue el primer dato de que estaba en un lugar de mucho poder…

- Claro. Después fui a la capilla de la Marina, Stella Maris, donde me enteré que había madres que reclamaban por los desaparecidos. Ahí conocí a Azucena Villaflor. Me esperancé muchísimo.

- Guillermo P. Kelly fue quien sacó a luz la adopción ilegal de los hijos de Noble. ¿Cómo fue su contacto con él?

- Me dijo que busque en Clarín. Todo el mundo le tenía una desconfianza terrible a Kelly. Esto fue en 1984. Estaba Sacha (Matilde Artés), la abuela de Ruti Artés (Carla Rutila, nieta recuperada en 1985), desaparecida en Bolivia, que luego encontramos. Kelly le pasaba datos a Sacha, y el último que le dio era veraz: encontramos a Carla, estaba donde él dijo. Siempre digo que no todo fue malo en Kelly. Con Sacha y conmigo se portó bien. Sacha le había hablado de mi caso y él pidió que fuera a verlo. Ahí me dijo que buscara en Clarín. No creo que me haya querido dar una versión equivocada. Ahí tome conciencia de que podía ser. Luego, cuando asumió Raúl Alfonsín, Ernestina de Noble se llevó los chicos un año a Europa y los llevó a visitar personalidades: el encuentro con el Papa, fue la foto que más me impresionó porque la familia de mi abuelo polaca tiene las piernas muy derechas, como yo, y cuando vi las piernas de Marcela eran igual a las de la familia Chorobik. Ahí comencé la colección de fotografías. Me fui dando cuenta que había un parecido en Marcela. Después seguí juntando datos, fui encontrando más puntas. Cuando asumió Alfonsín, yo era presidenta de Abuelas: fuimos con la abogada al despacho de la doctora Gert y pedimos ver el expediente de adopción. Nos pusimos a leer lo que había. Como soy muy ingenua me lo creí, y le dije a la abogada que siguieran ellas, les dejé la carpeta y abandoné la búsqueda porque pensaba que no era Clara Anahí. Las fechas no concordaban. No pensé que el expediente podría estar fraguado, así que dejé un montón de años, pero seguí guardando recortes porque había algo que no podía dejar. Después renuncié a Abuelas en 1989. Años después apareció un periodista argentino con un colega extranjero a preguntarme si había abandonado la causa en Clarín. Le di las razones. Me advirtió que el expediente era falso. En ese momento pensé que nada podía hacer. Le conté que había perdido toda la estructura de las causas de todos los niños y la mía. Ahora no tengo nada.


-¿Cómo continúo la búsqueda a partir de la desesperanza?

-Empecé a mirar de otra manera las cosas. Asistí a los Juicios por la Verdad en la ciudad de La Plata. Fui recabando datos. Supe que Juan Fiorillo (policía) había llevado a Marcela a lo de Noble. No sé como la llevó pero sé que la llevó en el auto. El ex juez Roberto Marquevich nos dijo que había intervenido monseñor Plaza en la entrega. Fue también Fiorillo quien recibió a Clara Anahí cuando la sacaron de su casa. Después su lugarteniente entregó un bultito, que era una criatura, a un carro de policía. Con una ametralladora en una mano y la criatura en la otra, vio un testigo que hace cinco años me contó todo. Lo insultó y le dijo ‘metete para adentro’. Estaba toda la familia debajo de las camas porque era en plena batalla. Él me contó todo esto, le pedí que declarara en el juzgado, que para mí era vital. El juez después de tomarle declaraciones le puso una rueda de fotos donde reconoció al hombre que lo amenazó: era Carlos García, alias “El Oso”, el lugarteniente que iba en el auto con Fiorillo. Actualmente Fiorillo está muerto, y ahora sé la historia completa.


- ¿Si se lograran tomar las muestras de ADN de Marcela Herrera de Noble se podrían cruzar con los datos de la familia Mariani Teruggi?

-Hace seis años las abuelas iniciaron una causa en lo del doctor Conrado Bergesio pidiendo que se tomaran los análisis de los chicos y se cruzaran con dos familias. Hubo otro escrito que las Abuelas pidieron que se cruce con diez familias, esas familias son los niños que nacieron antes de junio del ’76. No entra Clara Anahí. Antes del ‘76, hay diez familias que Abuelas consideró que deben tenerse en cuenta. Más adelante se amplió y se llegó a veinte familias. Pero siempre antes de junio y julio del ’76. Yo no entro en ningún caso. Por eso, realicé una presentación judicial y le pedí al Juez Corazza que mi caso sea incluido en los cotejos de ADN.


- ¿Hay algún dato nuevo en la causa?

- Cuando se produjo el ataque a la casa, estaba presente el director del diario La Prensa, Máximo Gainza Castro, que es el hijo de Máximo Gainza Paz. Recién lo supe este año por medio de la causa Ramón Camps. En la hoja 14 ya se habla de la casa de la calle 30. También se menciona el ataque a la casa. Sin que le preguntaran, dijo que estaba presente Gainza Castro. Después de esto, lo hemos citado al Juicio de la Verdad. El año pasado confirmó que iba, después le mandaron la cédula y el nombre de la causa, entonces no fue. Dijeron que estaba muy enfermo, que no podía declarar. Tiene 83 años. Este hombre que ha declarado en varios lugares no ha querido declarar en este caso. Yo sigo insistiendo.


- ¿Cómo recopiló esos datos de la personalidad de Marcela Noble?

- Cuando conocí por fotos a Marcela encontré parecidos grandes entre la familia Mariani- Teruggi, después supe de su carácter, su manera de ser, su inteligencia. Diana y Daniel eran muy inteligentes, así que Clara Anahí tiene que ser inteligente. Me cuentan que es responsable, seria, incluso la comparan conmigo porque tarda mucho en tomar decisiones: las piensa mucho, razona mucho. Me han dicho que es terca, como yo, y esa también es una característica mía.


- ¿Está comprobado que Marcela Noble es nacida en 1976?

- No, esa fecha no. Hay una foto que está en el expediente, de un cumpleaños que le festejaron a Marcela en mayo del ‘77, que cumpliría un año. Pero qué me dice a mí, donde se ha mentido tanto, se fraguó tanto, si eso es verdad. Si fuese Clara Anahí le podrían haber puesto cualquier fecha, porque después del 24 de noviembre, ya la tienen en su poder. Pueden cambiar la fecha hacia atrás. Por eso paré tantos años la búsqueda, porque nunca podría ser Clara Anahí si esa fecha era verdadera.


- Dentro del campo de los organismos de Derechos Humanos hay dos visiones: una que apuesta a la politización de los espacios y la otra no. ¿Cómo ve esta situación?


- La política tiene que estar por fuera de esto. Cuando una abuela se afilió a un partido nos enojamos, no puede haber política en esto. En aquel momento hubo otras razones que me disgustaron como para abandonar lo que yo misma había creado. Fue como abandonar un hijo. Me costó mucho pero no tenía otra. Mi corazón fallaba, pesaba 20 kilos más, y la tarea era de extrema tensión. Yo trabajaba buscando a los niños con datos, yendo a los lugares. Nunca tuve miedo, había perdido todo, no me quedaba nada. Sin mi único hijo, ni mi nuera, quería encontrar a Clara Anahí para devolverle su identidad. Siempre pensamos eso todas las abuelas. Si los encontrábamos de chiquitos los queríamos con nosotros, pero si los encontrábamos adultos íbamos a respetar la decisión de ellos. Se ha cumplido hasta ahora, y estoy dispuesta a cumplirlo, si ella no me quiere me vuelvo a casa y me pongo a leer los 200 libros que tengo sin leer. Por supuesto que es un momento muy difícil: enterarse de los orígenes de la apropiación, siempre va de la mano de la muerte de un familiar biológico, la familia.

- ¿Por qué cree que los organismos de derechos humanos no pueden plantear una estrategia en común?

- Es imposible. La naturaleza humana es así. Sería imposible ponerse de acuerdo. Ahora los organismos se organizaron por separado, les puedo contar de Abuelas y Madres. Hebe hizo muchas tentativas, al comienzo éramos muy amigas, trabajábamos juntas, incluso vivíamos a una cuadra de distancia. El otro día me visitó, pero estuvimos 32 años sin hablarnos, sin mirarnos, nada. El reencuentro fue en la exposición de Clara Anahí en Canal 7, se acercó y me saludó. Después vino de visita y ahí si hablamos. Hebe trató de que nos integráramos a Madres, el intermediario en ese momento fue Adolfo Pérez Esquivel, para ver si lograban reunirnos. Fue imposible. Las Madres buscan a los Hijos, y nostras también, pero buscamos a los nietos que están creciendo. En ese momento no había tiempo para dilaciones. Las Madres no querían trabajar en la justicia, y para nosotras era el pilar donde podíamos trabajar. La búsqueda era distinta: las Madres reclamaban, no buscaban, y si lo hacían era porque seguían algún dato. La labor que hicimos nosotras fue de investigación. En la divulgación en Europa concordábamos. Pero no hubiéramos podido hacerlo juntas, nunca me arrepentí de la decisión tomada en ese tiempo. Además había una manera distinta de ser, entre Hebe y yo, las dos éramos las presidentas de cada una de las instituciones, yo de bajo perfil, ella no. La quiero mucho, la valoro porque fue muy valiente, donde todo el mundo retrocedía, ella ponía el pie. Es muy inteligente, y supo hacer lo que hoy es Madres.


En el final, luego de recorrer un extenso pasillo desde aquella habitación repleta de libros y fotos hasta el hall central de la casa, quedó tiempo para alguna foto más. Entonces apareció la propuesta: una charla en el Centro Cultural del Bicentenario de La Plata donde Chicha pueda expresar en anécdotas y conceptos su lucha ininterrumpida que la llevó a ser lo que es: una abuela del pueblo, ejemplo de vida para las generaciones presentes y un legado viviente para las que vendrán.

Publicado Revista 2010, Julio 2010

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