miércoles, 16 de junio de 2010

Pensar el Bicentenario


Tiempos de integración
Por Lautaro González

El Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de Políticas Públicas (CEMoP)
[1] junto a la Cátedra de Formación Política de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo (UPMPM), organizaron una conferencia a cargo del Dr. Ernesto Laclau[2]. "América Latina: entre el institucionalismo y el populismo", fue la consigna que agrupó a más de 200 personas en el auditorio "Juana Azurduy” de la casa de las Madres.

Un encuentro casual con viejos compañeros de militancia nos cobijó en la Librería de las Madres. A nuestro alrededor, a escasas horas de los festejos por los 200 años de la Revolución de Mayo, quedó el olor de la unidad del pueblo en las calles como el mejor perfume para todos los argentinos. Escarapelas y banderas hace rato se mimetizaron con el paisaje urbano. Como faltaba un buen rato para la Conferencia, el Café de las Madres nos sedujo a ponernos al día. Al no haber más mesas por ocupar, cedimos nuestros lugares al mismísimo Laclau y todo se dio en su punto justo.
Luego del fervor vivido en las jornadas por los festejos de la patria, las Madres de Plaza de Mayo no tardaron en encausar el entusiasmo popular en pos de profundizar el pensamiento nacional y analizar el futuro. Para ello la apertura de la Conferencia estuvo a cargo de Felisa Miceli, ex Ministra de Economía de la Nación y actual coordinadora institucional del CEMoP. “Es una alegría estar aquí para escuchar a Ernesto Laclau a quien consideramos uno de los pensadores más importantes de nuestro tiempo”, afirmó ante el público presente.
La ex Ministra recalcó el carácter simbólico de la presencia de los distintos mandatarios latinoamericanos en los festejos por el Bicentenario. “(…) Estos gobiernos populares que son tantas veces cuestionados, criticados por no respetar la institucionalidad y por ser gobiernos populistas, creemos que para tener más fundamentos y conocimientos acerca de estas categorías al hablar de populismo e institucionalidad, tenemos la palabra del Dr. Laclau”.

Conceptualización del populismo

La voz pausada y serena de Laclau dio inicio a la ponencia. Luego de escuchar atentamente la introducción de Miceli acorde a la integración latinoamericana, comenzó a rememorar algunos autores como Jorge Abelardo Ramos quien en 1949 publicó “América Latina, un país”. “Eso parecía, en su momento, una idea completamente utópica. Recuerdo que en esos años, Perón dijo que el siglo XXI nos encontraría unidos o dominados. Creo que América Latina se está acercando al momento de la integración y la unidad. Esos sueños utópicos y esa perspectiva global están más vigentes que nunca”.
El populismo es un tema central que se discute mucho en América Latina en oposición al institucionalismo. Para analizar esta dicotomía Laclau explicó que “mucha gente habla de la tendencia potencialmente autoritaria de los regímenes populistas. Si hay un peligro real para la democracia en América Latina ese peligro no viene del populismo, sino del neoliberalismo. Se necesitó el régimen de Videla para que el plan de Martínez de Hoz se llevara a cabo. Se necesitó el gobierno de Pinochet para implementar el plan de los Chicago Boys en Chile. Todas las amenazas reales a la democracia vienen de las oligarquías neoliberales que intentan implementar una política económica que va en contra de los intereses populares”.
Además el politólogo agregó: “el populismo no es un término peyorativo. Es, si ustedes quieren, neutral. Porque puede haber populismos de derecha y populismos de izquierda. Hay populismo cuando hay un discurso que divide a la sociedad en dos campos e interpela a los de abajo contra aquellos que están en el poder. Eso se puede hacer desde el punto de vista de las ideologías más diversas: tanto el fascismo italiano como el maoísmo fueron populistas. O sea decir que un régimen fue o es populista no es definir las características ideológicas, sino es una forma de construir el espacio político”.
Laclau ejemplificó la composición del populismo cuando un gobierno no satisface las demandas de un sector de la población y ese sector da cuenta de otras demandas insatisfechas como la salud, la vivienda o el trabajo. “Si hay una acumulación de demandas insatisfechas la gente empieza a ver cierto elemento común. Ahí se ve que el sistema de ese país no satisface las demandas populares. Cuando eso ocurre se empieza a crear un cierto clima pre populista”

El sistema político argentino antes de 1930

“Este sistema expresó muy claramente el momento que se pasó de un institucionalismo de tipo clientelista a un cierto populismo. En 1930 existían tres niveles en el sistema político: los punteros hacían favores individuales a los vecinos en dos o tres cuadras de la ciudad a cambio del voto. Entonces si alguno había apuñalado a otro en un baile, el puntero era el que conocía al Comisario para sacarlo. Si el sistema de salud pública era ineficiente, el puntero era el que conseguía la cama en los hospitales. Lo mismo con la hija que se graduaba de maestra y necesitaba un trabajo, el puntero conseguía los contactos en la municipalidad a cambio de los votos. Por encima había un segundo nivel que era el de los caudillos que controlaban a los punteros y controlaban a un barrio dentro de la ciudad. Por encima de ellos estaban los “doctores” quienes eran diputados o senadores donde la forma de elección era una negociación con una pluralidad de caudillos en una cierta zona”, describió Laclau.
El orador destacó la composición social de estos antiguos políticos y dijo que “no necesariamente tenían que ser doctores ni tener un doctorado en algún estudio, simplemente era la denominación de la época para con los políticos. Había una canción que decía “Viva la patria, viva el doctor, viva el Partido Conservador”. Había una cierta forma de redistribución del ingreso sobre la base de las demandas al sistema presentadas por los punteros y caudillos. Si los políticos no respondían a esas demandas evidentemente no iban a ser elegidos. Ese sistema funcionó hasta la crisis de 1930. Con la crisis económica ocurre que la torta a repartir es menor. El sistema es incapaz de responder a las demandas. Se crea una situación pre populista: la acumulación de demandas insatisfechas a la base del sistema, y por otro lado, un conjunto de formas institucionales que son incapaces de canalizar las demandas. Se abren los cauces para una orientación política distinta. Alguien, por fuera del sistema institucional tradicional, interpela políticamente a las masas, esto, como verán, fue el origen del peronismo”.
Según Laclau cuando esto ocurre el sistema político se transforma de una manera radical. Ya no fue necesario recurrir al puntero porque se crearon los hospitales sindicales. Apareció todo un sistema político paralelo que cubrió las demandas. Cómo aparecieron los elementos ideológicos en estas nuevas interpelaciones fue uno de los interrogantes principales. “En 1930 la crisis económica afectó duramente a los sectores agrarios. La gente emigró a las grandes ciudades industriales como Rosario Córdoba y Buenos Aires y en este triángulo se da una industrialización sustitutiva de importaciones. Los migrantes de los sectores rurales pasaron a ser obreros industriales y en las nuevas áreas van a tener todo tipo de problemas: agua, sanidad, escolaridad, represión, etc. La forma de reaccionar es la constitución de una nueva identidad”.
A comienzos de los años 40 se generó una protesta por parte de las clases medias hacia el régimen conservador. A raíz de estos sucesos Laclau expresó que “estos sectores se afirmaron en los símbolos culturales de los migrantes internos porque que eran las únicas materias primas ideológicas que en este tipo de sociedad expresaban un status quo radical. Así se formó una nueva cultura de carácter populista”.

Diferencias entre populismo e institucionalismo

Para Ernesto Laclau cuando la sociedad se divide en dos campos, y se interpela a los de abajo contra aquellos que están en el poder, hay lugar para el populismo. Por otro lado cuando las demandas individuales son absorbidas en su individualidad sin que se creen ninguna equivalencia para la conformación de un pueblo o una identidad popular, hay institucionalismo. “El peronismo de los años ´60 es un ejemplo de populismo puro -afirmó ponente-. Allí, luego de la caída del régimen popular peronista en 1955, está la apuesta de la oligarquía restaurada por ir absorbiendo las demandas individuales a través de una expansión económica basada en las inversiones extranjeras. La apuesta era muy clara: si esa absorción hubiera tenido éxito los símbolos populares del peronismo hubieran pasado al horizonte de lo social y finalmente desaparecido”.
El profesor de la Universidad de Essex advirtió que “lo que se da en Argentina es una incapacidad del sistema oligárquico para absorber las demandas populares de una manera individualizada. Como resultado se produce una enorme expansión de las demandas populares que se cristalizaron alrededor de los símbolos políticos del peronismo. A comienzos de los años ´70 estos mismos símbolos pasaron a tener un lugar absolutamente central”.
Laclau explicó que Perón intentó compensar al populismo radical con el institucionalismo. Mencionó que “al principio, la figura social por la que se expresaba el peronismo fue la del descamisado, alguien que estaba por fuera del sistema. Ya en la segunda etapa Perón trató de matizar esta tendencia populista radical con un cierto institucionalismo al hablar de la “comunidad organizada”. Por su parte el institucionalismo tiende en cambio a romper las equivalencias de las distintas demandas como por ejemplo en la formación de la hegemonía conservadora de Inglaterra durante el siglo XIX donde las demandas se contemplarían pero sin producir ninguna división política radical”.
“Tenemos dos extremos - continuó el profesor – el populismo, que expresa la ruptura y el surgimiento de lo político y el momento institucionalista que es cuando la política se disuelve en administración, como ideal de todas las formas de tecnocracia. No puede haber un institucionalismo puro porque eso sería la paz de los sepulcros ni un populismo puro porque significaría una sociedad enteramente caótica y sin ningún tipo de fijeza institucional. Por lo tanto todo régimen político viable tiene que saber combinar el momento institucional y el momento populista”.

Afirmaciones para América Latina

Laclau advirtió que en América Latina es fundamentar pensar estos ejes desde la relación entre la democracia y el liberalismo. En tono claro y preciso afirmó que “hoy en día mucha gente habla de régimen liberal-democrático como una unidad, pero esa unidad antes no era una unidad obvia ni fue aceptada durante muchísimo tiempo. Si en los sistemas políticos europeos se equilibró esa unidad, en América Latina nunca se logró. Tuvimos regímenes liberales que se organizaron en la segunda mitad del siglo XIX pero no eran democráticos en lo más mínimo: eran regímenes oligárquicos por los cuales los terratenientes imponían su dominio sobre la sociedad”.
“A comienzos del siglo XX -prosiguió- las demandas democráticas de las masas se expresaron por medio de formas políticas antiliberales, en muchos casos en dictaduras militares nacionalistas como en el Estado Novo en Brasil, el peronismo de los años 40, del MNR en Bolivia, el ibañismo en Chile, etc. Es decir que hay una bifurcación en la experiencia democrática de las masas. Lo que era liberal no era democrático y lo que era democrático no era liberal. Se da una conformación de una conciencia nacional popular democrática que se expresa a través de formas antiliberales. Esto dominó la mayor parte de la historia del siglo XX en Argentina”.
Según Laclau, luego de 30 años de haber pasado las dictaduras, las bases para la confluencia entre las dos tradiciones, la liberal democrática y la nacional popular, comenzó a manifestarse. “Este tipo de situación lleva a que los regímenes políticos en América Latina tengan que pasar por un presidencialismo fuerte. Es decir, tenemos una tendencia a la parlamentarización del poder. Esto es lo mismo que la reconstitución de las oligarquías conservadoras. Hoy en la Argentina vemos cómo se da un nuevo intento de parlamentarizar el poder, es una amenaza a la democracia popular. Hay que buscar fórmulas institucionales por las cuales la división de poderes no sea amenazada pero al mismo tiempo tiene que haber un sistema presidencialista fuerte. Si hoy en Venezuela tuviéramos la imposibilidad de reelegir a Chávez evidentemente todo el sistema político con los cambios populares que lo han acompañado estaría amenazado. Lo mismo ocurriría en Bolivia con el gobierno de Evo”.
En el final Laclau destacó la existencia de modelos populistas que tienen predomino en América Latina como Correa, Chávez y Evo Morales. Luego colocó a la Argentina y Brasil en una situación intermedia. “Cada sociedad debe encontrar el equilibrio entre el momento institucional y el de la ruptura popular. En ese camino estamos”.

Publicado en Revista 2010, junio



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[1] El Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas es el instituto de investigación de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.


[2] Ernesto Laclau es politólogo e historiador argentino. Actualmente es profesor de la Universidad de Essex, en Inglaterra donde ocupa la cátedra de Teoría Política, donde además es Director del programa de Ideología y Análisis del Discurso. Es autor de numerosos libros y ha participado de numerosas conferencias en universidades de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Australia y Sudáfrica.

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