lunes, 23 de noviembre de 2009

ESMA - Derechos Humanos


Del horror a la esperanza

Luego de casi 30 años el edificio de la Avenida Libertador cambió el espanto que se agitaba tras sus puertas en los años de plomo, para convertirse en el gigantesco establecimiento donde trabajan diferentes organismos de derechos humanos. 2010 dialogó con los principales miembros de la Comisión Nacional de ex – Presos Políticos de la República Argentina.

Una tarde revuelta por el sol y algunas nubes pos tormenta se mezcla con el escalofrío espeluznante que produce entrar a la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, el principal escenario clandestino que los militares utilizaron desaparecer a 5000 personas en la última dictadura militar.
Sin uniformes ni picanas, sin torturas ni desaparecidos, en la ESMA funciona el “Espacio para la memoria y para la promoción y defensa de los Derechos Humanos”. Esto se generó luego que el 24 de marzo de 2004 el ex presidente Néstor Kirchner ordenara desalojar las instituciones militares y restituir el predio a la Ciudad de Buenos Aires. Así el 20 de noviembre de 2007 se creó un Ente Interjurisdiccional integrado por organismos de derechos humanos, representantes del gobierno y ex detenidos desaparecidos.
Cabe recordar que el predio fue cedido por el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Buenos Aires al Ministerio de Marina en 1924, al sólo efecto de que fuera utilizado como centro de instrucción militar. En él se establecía que ante cualquier cambio en el destino de las instalaciones, la propiedad debería regresar al poder de la ciudad. En la última dictadura, el terreno había sido ocupado por la ESMA, la Escuela de Guerra Naval y el Casino de Oficiales, este último utilizado por el Grupo de Tareas 3.3.2 como espacio central de alojamiento y tortura de los secuestrados.

Por los que no están

En el primero de las tres plantas que posee el edificio de la ESMA funciona el Archivo Nacional de la Memoria junto a otros organismos de derechos humanos. Gracias al personal, la Comisión Nacional de Ex Presos Políticos de la República Argentina encontró un lugar de reunión. “En el 2007 hicimos el 5to Encuentro en el hotel Bauen a nivel nacional donde concurrieron cerca de 500 compañeros. Antes se habían hecho encuentros en Córdoba, Río Cuarto, San Luis, Capital Federal y Rosario. La punta de lanza en cuanto a lo organizativo la lleva adelante Córdoba, por su militancia. En la actualidad abarcamos 18 provincias donde hay ex presos organizados que responden a una Mesa Nacional”, comenta Roberto Regalado integrante de la Comisión.
Sin importar la procedencia de cada militante los ex presos se organizaron y todo aquél que quiso participar tuvo siempre las puertas abiertas. “El eje principal de la organización es la reparación histórica y política de los ex presos políticos. En todos estos años siempre se habló de los muertos, desaparecidos e hijos. Los ex presos quedaban marginados. Si bien hoy no somos protagonistas seguimos participando en una construcción que pasa por reivindicar política, histórica e ideológicamente del ex preso político”, destaca Juan Grimald, vicepresidente de la Comisión.
Trabajar en la ESMA es parte de la recuperación de la memoria anuncian a modo de bandera. “Este fue el emblema de la represión. Queremos revertir eso no para borrarlo sino para recuperar la memoria sobre lo que pasó antes y después del ´76”, continúa Grimald.
Ricardo Scalet, presidente de la entidad, sostiene que hablar de reparación histórica es “reivindicar la militancia de los ´70 en querer cambiar el modelo de país. Hemos tenido reuniones con algunos miembros de la Resistencia Peronista. Ellos están más organizados, más evolucionados que nosotros para entender esto: tienen contacto con las leyes de Francia y España. En la ley francesa el combatiente de la resistencia está reconocido tanto en su honorabilidad como en su oficialidad y tiene derecho a poner en su documento el alias, su nombre de guerra. A este punto queremos que se vislumbre nítidamente la identidad del ex preso político. La reparación no es sólo económica sino histórica y cultural. El ex preso debe recuperar la honorabilidad”.
En los primeros encuentros los ex presos analizaban las políticas estatales en democracia. Vieron que todos los trabajos pasaban por los desaparecidos y que el ex preso no estaba instalado. Se preguntaron por qué luego de 30 años se daban organización y no antes ni bien salieron de la cárcel. “La toma de conciencia, las secuelas que dejó la represión y la cárcel impidieron esto. Los que estábamos un poco mejor vimos que nos podíamos ayudar mutuamente. Ahí partieron las consignas reivindicativas y cómo apurar los juicios a los genocidas ya que nosotros somos testigos directos. Esto trae aparejado que los testigos tienen que tener seguridad, apoyo psicológico, etc. Todo esto hizo que los encuentros se nutran políticamente”, recuerda Regalado.

Identidad, memoria y protección de testigos

La Asociación Nacional es organizada bajo la tutela de la Comisión Nacional de ex presos políticos que nuclea a los representantes de las asociaciones provinciales. Por ello determinaron fundar un organismo a nivel nacional con personería jurídica para trabajar en esa materia. Desde el 11 de agosto de 2009 los ex presos cuentan con el aval institucional que les permite organizarse bajo una causa común: “queremos avanzar para que se integren más compañeros y logar el reconocimiento tanto oficial como cultural, y desterrar la connotación negativa del militante político por parte de la sociedad”, advierte Scalet.
La Comisión Nacional trabaja para cumplir tres objetivos: participan como querellantes en el plan de persecución y enjuiciamiento a los represores, forman parte de varios proyectos que incluyen libros, documentales y conferencias y, además, avanzan en los planes educativos para insertar el tema de la verdad sumado a las reivindicaciones del sector (jubilación, pensión, etc.).
Otros organismos de derechos humanos como Madres, Abuelas y familiares comparten distintas actividades con los ex presos; “intercambiamos información y participamos en los juicios como querellantes y colaboradores de la justicia. Nos juntamos para elaborar estrategias y buscar ayuda mutua. Compartimos, también, los actos conmemorativos y homenajes a los compañeros desaparecidos”, continúa Scalet.
La seguridad de los querellantes es otro detalle a resaltar en la política que llevan adelante los ex presos. El caso Julio López, esclarecedor en varios aspectos, sirvió como puntapié inicial. “El Estado no tomó el tema de la protección como lo debería haber tomado. Los testigos siempre van a estar desprotegidos porque la derecha no se desarticuló”, sostiene Norma Vera responsable del Archivo Nacional de la Memoria.
Para los ex presos el Estado todavía no articuló un esquema de protección efectivo. Por eso entre los militantes aceitaron distintos canales de comunicación, protección y cuidado. Incluso algún miembro de las fuerzas armadas que tuvo familiares desaparecidos o ex presos, formó parte de la protección policial de los testigos. “Hay toda una discusión al respecto. Algunos compañeros no aceptan que un policía esté en la puerta de su casa y otros dicen que es necesario utilizar la fuerza pública. Concretamente lo que hay que hacer es lograr efectividades conducentes en la cuestión. Eso lo tiene que brindar el Estado”, enfatiza Regalado, mientras que Vera agrega “Córdoba armó un grupo de gente que cuidan a los propios compañeros. Es un ejemplo que no sé porqué no se toma y se profundiza”.

Los jardines de la represión

Recorrer las interminables instalaciones de la ESMA puede llevar varias horas, casi un día. La entrada es por Avenida Libertador ubicada frente a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA). Con el paso del tiempo algunas estructuras se modificaron otras no tanto. El lugar refleja un vacío histórico que ni las flores de los jardines ni los pájaros que se posan inocentes en sus árboles pueden llenar. Parece mentira que tanto horror desenfrenado haya sido parte de esa rica flora. Es otro mundo, una isla en medio de la gran ciudad de un silencio profundo que enmudece a cualquiera. Ningún sonido lo quiebra. Ni siquiera los gritos desesperados que los represores les arrancaban a los torturados. Difícilmente hayan sido escuchados.
Según el “Nunca Más” la ESMA no sólo fue un centro clandestino de detención donde se aplicaban tormentos, sino que “funcionaba como el eje operativo de una compleja organización que incluso, posiblemente pretendió ocultar con el exterminio de sus víctimas los delitos que cometía”.
“Muchos compañeros todavía tienen miedo a declarar y sufren trastornos. Son 20 o 30 años que hay que recordar. Por eso se necesita un apoyo psicológico que también debe brindarlo el Estado. Son cuestiones reivindicativas que las empezamos a ver en nuestros encuentros”, finalizan Regalado y Scalet.
Tras las rejas, en la vereda, algunos secundarios suben a los colectivos que los depositarán en sus casas. Desde la ESMA se los ve borrosos, como una vieja fotografía en blanco y negro. Algunos padres o abuelos de esos niños, tiempo atrás, tomaron esos mismos transportes mientras miles de seres humanos desaparecían a sus espaldas dentro del Casino de Oficiales. Dos imágenes de una misma realidad separadas solamente por árboles frondosos y jardines bien cuidados.



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Publicado Revista 2010, noviembre 2009.