miércoles, 8 de abril de 2009

Entrevista con Héctor Otheguy, Gerente General de INVAP


“El desarrollo tecnológico tiene que ser parte del proyecto nacional”

El esfuerzo del INVAP como empresa nacional dedicada al desarrollo de tecnología de avanzada es enorme. Realiza proyectos multidisciplinarios a nivel nuclear, aeroespacial, médico e industrial. Esta Sociedad del Estado con más de 30 años, lleva adelante su práctica comercial como una empresa privada que vive de sus ventas y contratos en el país y el exterior. En diálogo con Revista 2010, Héctor Otheguy, Gerente General, brindó detalles acerca de los proyectos, la historia y las perspectivas del desarrollo tecnológico en Argentina.

- ¿Cómo fue el proceso de gestación del INVAP?
INVAP viene de Investigaciones Aplicadas que era el nombre original de la empresa, hoy es solamente INVAP. Viene de un grupo de desarrollo tecnológico que había dentro de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA). Ese grupo empezó a trabajar en el `72 dentro del Centro Atómico de Bariloche. Desde ahí, a lo largo de los años, se generó el núcleo de la empresa a fines del `75 y principios del `76.
La empresa es una Sociedad del Estado. No puede tener capital privado, las Sociedades del Estado tienen el ciento por ciento de capital estatal, ya sea nacional, provincial o municipal. En el caso de INVAP el 100% de su capital es de la provincia de Río Negro, pero el promotor de la empresa junto al grupo inicial, liderado por Conrado Varotto, actualmente Director Ejecutivo de la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), éramos de la CONEA. De manera que el grupo inicial de la empresa fue impulsado desde la comisión. Por un lado está el Estado nacional a través de la CONEA y por otro el Estado provincial de Río Negro que acompaña y es el dueño de la empresa. A su vez la provincia le cedió el 51% del control de la empresa a la CONEA. Todas las decisiones en el INVAP, ya sea en su directorio o en la Asamblea de accionistas, se han tomado siempre de común acuerdo. INVAP fue creada de acuerdo a la ley 20705 de 1974. Es muy probable que seamos la primera empresa creada de acuerdo a esa ley.
Desde el inicio la idea que motorizó nuestra fundación fue la de vivir de lo que se vendiera. Ese es el concepto de empresa. Si bien el desarrollo tecnológico es un negocio en el mundo y muchas empresas viven de esto, también, si alguien está dispuesto a pagar lo que uno hace, es útil. Fue una manera de garantizar que el desarrollo de los proyectos y trabajos se focalizaran hacia cosas útiles para la sociedad. En los primeros 10 o 15 años trabajamos para el mercado nacional y la mayor parte de los proyectos eran de la CONEA.

- ¿Cuáles fueron esos proyectos?
Comenzamos con la producción de circonio que es un metal que se usa en la industria nuclear. En ese momento había pocos proveedores en el mundo. Uno de los primeros trabajos fue desarrollar esa tecnología. La CONAE nos puso un contrato y lo llevamos adelante. En ese tiempo los primeros proyectos los desarrollamos juntos. Hubo todo un apoyo y una política de los gobiernos nacionales para que esto sea un servicio útil para el país. El proyecto más importante de todos, que nos dio las bases y credenciales para después salir a exportar al exterior, fue el desarrollo de la tecnología de enriquecimiento de uranio. La planta de Pilcaniyeu, a 60 kilómetros de Bariloche, fue un trabajo en conjunto con la CONEA. De hecho esas instalaciones son de la CONEA, y constituyen un centro tecnológico de ese organismo.
Además hubo proyectos para la industria. Por ejemplo, en la década del ´70 desarrollamos unos carbones especiales para Entel de radiotelefonía. Otros trabajos se hicieron para una empresa metalúrgica en Comodoro Rivadavia que fabricaba zinc. En esa época se necesitaba desarrollar un nuevo proceso que le diera otra calidad. En definitiva se desarrolló ciencia de materiales: carbones, metales, metalurgia. Esto se dio así porque en el grupo inicial teníamos esas especialidades.
Inmediatamente empezaron los proyectos nucleares a fines de la década del `70 y principios de los ´80. Se hizo el primer reactor, que está en Bariloche, el reactor RA6.

- ¿Porqué las oficinas y sede central se encuentran en Bariloche?
Tiene que ver con la historia. La actividad nuclear en la Argentina se inició a fines de la década del `40, principios del ´50, cuando estaba Perón. Empezó en Bariloche con el proyecto en la Isla Huemul en el Nahuel Huapi llevado adelante por el físico austríaco Ronald Richter. Tenía que ver con la obtención de energía en forma controlada a partir de la fusión de átomos, pero una comisión investigadora determinó su inviabilidad. Para esa época no era una locura ya que no se sabía mucho. Fue una apuesta. Así como terminó siendo una cosa mucho más difícil de lo que se esperaba, incluso hoy no está logrado, en ese momento podría haber sido un batacazo. Hoy lo que parece una obviedad, antes no lo era. No fue una mala decisión como dicen muchos, por que 60 años después todavía no se hizo. En definitiva, eso hizo que tempranamente, comparado con otros países del mundo, se iniciara la actividad nuclear en la Argentina.
Luego del proyecto en la isla Huemul, se sacaron los equipamientos útiles y algunos galpones se utilizaron para hacer laboratorios, para hacer escuela. Ahí nació el Instituto Balseiro y luego el Centro Atómico Bariloche. En definitiva, Bariloche fue la cuna del nacimiento de la actividad nuclear en la Argentina. Entonces gran parte del grupo que fundó INVAP, aunque no todos, éramos egresados del Instituto Balseiro y trabajábamos en Bariloche. Eso nos permitió en la actualidad, estar dentro de los países que dominan gran parte de la tecnología nuclear. Si no se hubiera empezado ahí, y con una política de mantenerla a lo largo del tiempo, tal vez no hubiéramos llegado a esto.
La idea de fundar INVAP y hacer desarrollo tecnológico está dentro de las ideas de los maestros como Balseiro y Jorge Sábato de la CONEA, uno de los ideólogos en promover, tanto a nivel de la población como político, la importancia de producir tecnologías nacionales para poder competir en el mundo. Nos nutrimos un poco de ellos y del Doctor Alberto Maiztegui: ese espíritu de hacer lo nacional, que podemos hacer las cosas acá, estaba ahí. Nos mantuvimos a lo largo de tres décadas con esa cultura empresaria que se sostuvo y además mejoró. Nunca nos apartamos de esa cultura inicial que como toda institución tiene la impronta de sus fundadores. Si se mantiene eso, la organización se desarrolla. Eso fue lo que pasó con el INVAP en aquella época.

- ¿Cómo ve el desarrollo tecnológico en la Argentina actual?
Existen áreas donde hubo grupos interesantes que se han desarrollado. Por ejemplo en medicina. Existen empresas privadas como Bio Sidus que se dedica a la biotecnología y exporta no sólo productos tecnológicos, sino las mismas plantas para hacer esos productos. Durante todos estos años tuvieron la constancia de incorporar grupos científicos de la UBA, y los formaron durante 10 o 12 años hasta producir resultados. Ese es un camino. El otro, es el que promueve el Estado nacional a través del INVAP, donde hubo una organización señera como la CONEA, que tuvo la visión del desarrollo tecnológico.
El rol de INVAP está conectar el mundo científico-tecnológico con el mundo real de las cosas concretas. El perfil de la empresa se constituye con un 80% de científicos y técnicos. Esto nos permite producir cosas como un reactor nuclear, una planta de radioisótopos, un equipo de cobalto-terapia para tratar el cáncer, satélites, radares, etc. En fin, resolver problemas tecnológicos complejos con un tiempo acotado, con la capacidad de preveer ese tiempo y su costo. Ese es el tipo de cultura que se mantiene desde el INVAP. El área nuclear hizo ese camino.
Evidentemente en otras áreas del país no hubo política o no existió una institución señera que tomara viera que ante cada oportunidad que el Estado compró algo, se hiciera inteligentemente.

- ¿Por qué es importante este desarrollo y dónde se encuentran las principales debilidades de su proyección?
El desarrollo tecnológico de cada país es un elemento clave para la competitividad. Para el desarrollo económico hay que exportar y para hacerlo se tiene que tener un nivel competitivo. Para tener una buena relación precio-calidad hay que tener buenas tecnologías. El desarrollo tecnológico del país es un elemento clave para la proyección económica. No es lo único pero es indispensable. Tiene que haber una relación entre el Estado, a través de sus organizaciones de ciencia y tecnología o universidades, con la parte privada. En Argentina todavía no le encontramos la vuelta. En el caso de INVAP es como que cumplimos ese rol: aparece el elemento estatal pero nos comportamos como una empresa privada: vivimos de lo que vendemos con una actividad comercial internacional muy agresiva. Tenemos las dos condiciones. No hay que inventar nada: hay que mirar cómo hacen los países desarrollados.
En la actualidad cuando miramos las grandes empresas tecnológicas de aviones o la industria de la defensa en la parte nuclear, el Estado nacional de cada uno de esos países juega un rol fundamental. Las empresas desarrollan nuevas tecnologías que las paga el Estado a través del Ministerio de Defensa o de Energía en el caso de Europa o Estados Unidos. Luego esas empresas derivan todos esos conocimientos para aplicarlos a solucionar problemas. Ninguna empresa privada se paga todo ese desarrollo. De alguna manera en el INVAP se aplica esa receta.
En el caso argentino se da en la parte de maquinarias y nuevos métodos de la industria agropecuaria, pero también existe una institución señera como el INTA. En las áreas donde se han producido desarrollos existió una institución señera y donde se frustró esa institución también se cayó la industria como en el caso de la aeronáutica. En algún momento se tomó la decisión política equivocada. Luego del ´55, se aceptó un regalo de aviones de segunda mano que venían de EEUU a bajo costo, y se prefirió eso en lugar de fabricar los aviones que ya se hacían en el país. Durante dos o tres décadas el Estado dejó de apoyar este tipo de industria y hoy hay que remar de nuevo. Lo mismo en el caso de los ferrocarriles, no se usó bien el poder de compra del Estado. Es fundamental que el Estado acompañe este nuevo proceso de revalorización industrial donde también desde las Universidades se forman emprendedores, y donde aparecen herramientas del gobierno nacional que facilitan ese proceso. Hay que entender que el desarrollo tecnológico tiene que ser parte del proyecto nacional, debería ser una política de Estado.

-¿A qué se debe esta falta de continuidad en la planificación del área?
Creo que hay una falta de cultura de entender la importancia de la tecnología por lo menos hasta hace unos años atrás, que este gobierno entendió claramente. De hecho, desarrollamos tecnología para unos radares con distintas aplicaciones. Por ejemplo para control de tráfico aéreo. Ya se montaron cuatro y el primer prototipo está en Bariloche como referencia. Hay otros en Quilmes, Santa Rosa, Neuquén y Córdoba. Próximamente tendremos Bahía Blanca y Tucumán. Hay once radares que el gobierno compró.
Es un caso concreto: Argentina no tenía radares desarrollados y a través del Ministerio de Defensa y la Fuerza Aérea se compraron. En definitiva fue una decisión política del gobierno nacional que fue en contra de lo que se hizo durante décadas. Cada vez que se necesitaron radares se licitaba internacionalmente, y se pagaba a precio dólar. Además cuando se compraba un equipo tan sofisticado y específico, cada marca imponía su forma de hacerlo ya sea en el mantenimiento o con el cambio de piezas. Entonces no es sólo la inversión inicial de varios millones de dólares en equipos sofisticados sino que después, durante 20 años, hay que estar atados a los repuestos y ritmos de service de un sólo proveedor que en la vida del equipo, tal vez se termine por pagar dos veces más su precio. Esa es la decisión del gobierno nacional de decir “no, apuesto acá, los hago en Argentina, queda la materia gris, no pago tantas divisas y pago en precio internacional”. Por que no es que se paga más, sino que se vende a precio internacional. Además ante la vida útil del radar en este caso, los service están en el país; más barato, rápido y a precio razonable. Eso genera todo una política: si se sabe que esos radares van a estar 20 o 30 años en funcionamiento, se construye una relación positiva. Eso mismo lo hacemos en la parte satelital, porque también existe una política, no sólo con los satélites de observación de la tierra, sino también avanzamos en el primer satélite argentino de comunicaciones. Es un satélite que se hace bajo un contrato con ArSat, una empresa nacional de comunicaciones satelitales, que completa esta política.
La idea entonces es generar productos de exportación que es lo más importante en toda esta cadena. Exportamos reactores y en la actualidad competimos en Australia, Holanda y otros países.

- ¿De qué manera afectó la injerencia de políticas neoliberales en el desarrollo del sector?
Evidentemente en los `90 no hubo un apoyo, nada que ver con el apoyo que hay ahora. De todas maneras nunca se sacó el pié del acelerador del todo. En este momento existe una política clara. Nos son palabras. Por eso se creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se puso al frente del Ministerio al Doctor Lino Barañao que viene del ambiente científico-tecnológico, de la biotecnología y con un gran prestigio. Un hombre que tiene condiciones políticas pero además proviene del ambiente y no es cuestionado. Además se ha tomado gente nueva. Un sistema científico tecnológico no puede estar sin tomar gente porque las ideas nuevas las tienen los jóvenes. Después cuando ya estamos más veteranos cumplimos otras funciones.

- ¿Cuál es la capacidad competitiva de Argentina a nivel internacional?
INVAP compite con las mejores empresas del mundo. En Australia, ganó un proyecto de licitación de 200 millones de dólares donde se compitió con otras siete empresas como Siemens o General Atomic. Empresas que son monstruos al lado de INVAP. Competimos y ganamos no porque tuvimos el mejor precio, sino por la relación precio-calidad. Ganamos el concurso y lo hicimos a término. Era un trabajo de llave en mano de un reactor de producción de radioisótopos y materiales: un centro de investigación nuclear. Se hizo una ceremonia oficial en abril de 2007 a la que acudieron Julio De Vido, Filmus y otros ministros. Esa carta de referencia hizo que en nos invitaran a participar de otro proyecto con otras tantas empresas y quedásemos seleccionadas. También en lo espacial hay avances. En estos momentos comenzamos a salir al mercado internacional. Hasta ahora trabajamos con proyectos nacionales que tienen mucho de internacional, ya que cada satélite tiene componentes internacionales de EEUU, Francia, Dinamarca, Italia o Brasil. En el caso satelital es un acuerdo que hizo la CONAE que puso el satélite mientras que EEUU pagó el lanzamiento. Es decir, es un proyecto en conjunto.
Uno de los proyectos en el que actualmente trabajamos es el lanzamiento de una satélite previsto para el 22 de mayo de 2010. Es un proyecto en conjunto con la NASA llamado Proyecto Acuarius y tiene como objetivo medir la salinidad de los océanos desde el espacio y enviar los datos a la tierra. Es una medida para estudiar el cambio climático y las corrientes marinas. Es una misión que afecta a toda la comunidad científica y si la NASA confía un proyecto tan importante y costoso al INVAP es porque tiene confianza en el país. Este es el ejemplo para medir el nivel competitivo del desarrollo tecnológico nacional.



Publicado Revista 2010 abril 2009

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