sábado, 10 de mayo de 2008

De rosas y revoluciones


La cita es puntual. La charla que habíamos pautado durante la mañana, se hizo realidad. Casco en mano, Emilio Fasciolo llega en su pequeña moto roja, como siempre lo vemos deambular en los recitales o en la calle. Es que este mítico muchacho de 29 años, emblema de la escena hardcore-punk de la ciudad de las diagonales, tiene mucho que contar.
Enamorado de la poesía, la música y las historias de vida, su sonrisa refleja un buen humor interminable. Patillas tipo prócer, flequillo y rastas casi hasta la cintura, lo identifican claramente. Ahora un pullover verde fluorescente le da más luz a su cara. De fondo una pared blanca resalta su figura. Emilio transita este presente marcando el ritmo del “rock extremo” como le gusta decir. En la actualidad es la “voz, texto y concepto” de Violenta Conmoción Emocional, la banda que lidera junto a Tatán (bajo), Hernán (guitarra) y Manuel (Batería), pero cuenta con un pasado lleno de batallas, varias amistades, sorpresas, desencuentros, alegrías y tristezas. Estas últimas aparecieron en el 2001 y desembocaron en un viaje a Europa y otro al sur argentino. Historias interminables, dignas para armar un organigrama de todas las formaciones en las que participó, terminan por conformar su vida rockera. Siempre dentro del mundillo paradigmático de la contracultura. Al caer la tarde, la luz tenue que se filtra por la calle se complementa con la de la sala. Antes de sentarse a charlar, elige el sabor del té. “Voy a probar el de banana”, dice como anunciando su ímpetu a no encasillarse en lo tradicional. Ni bien hierve el agua se prende el grabador.
“Siempre estuve relacionado con el arte. Mi mamá es actriz. Cuando estaba embarazada de mi hizo una obra hasta que a los siete meses la frenaron. Mi viejo era amigo del bajista de Virus, pero no era muy musical mi casa. Tuve mi primer grabador a los 14”, adelanta.
El sonido de las cucharas del té se entremezcla con las palabras. Los cuentos e historias de la infancia se remontan a un mix entre los dibujos animados de la pantera rosa y una banda llamada Enigma, tal vez una señal de lo que sería su trayectoria en el rock. Con el repiqueteo del viento sobre la ventana, aparecen las historias de las primeras bandas que lo marcaron a fuego: Komadreja, Embajada boliviana, Pensar o Morir, 5 Sentidos, Anestesia, Acción Directa. También la lectura de los primeros fanzines, esas publicaciones hechas a mano con recortes de bandas, textos, tijeras y plasticola.
En esos años el recuerdo de la correspondencia recibida desde Japón y Canadá justifican los 400 shows por todo el país junto a “What´s up in your mind?”, su primer gran proyecto musical. “El punk y el “hazlo tu mismo” me ayudaron a canalizar la rebeldía y entender los porqué”, sentencia a modo de declaración de principios.
No existen las respuestas con pocas palabras. El tono de voz es pausado como si pensara cada oración, glorificando el valor de vocales y consonantes. Dice que se cansó de escuchar discos y prefiere ir a los recitales donde el sonido es más real, más crudo. También describe el espíritu del libro editado hace unos años: “Concepto de Unidad Ausente lo siento como un diario íntimo, es una espacie de recopilación de textos donde además participaron varios artistas. Podemos definirlo como un diario de viajero con pretensión poética”.
Violenta Conmoción Emocional, es un proyecto que resume las experiencias colectivas e individuales. Nació en el 2004 luego de más de diez años buscando un sonido rápido, fuerte, sincero y directo. Sólo unas charlas bastaron para poner en marcha el concepto. “Cuando pasa el tiempo son distintas las cosas que esperas de un grupo. Creo que todos tenemos una frecuencia en el cuerpo que hace que en el momento de sacarla al exterior tenga la impresión de contagio. Esa es nuestra idea, ese es nuestro motor”, sentencia a modo de despedida. La charla parece llegar a su fin y el silencio sólo se interrumpe cuando Emilio cita a Bertold Brecht como autor intelectual del nombre de la banda. “La revolución a veces consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”.

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