jueves, 15 de noviembre de 2007

Cuidar el lenguaje cotidiano ayuda a no fomentar el racismo


Varios lingüistas sostienen lo difícil que es la construcción de una herramienta integradora en el campo de la lingüística. Sin embargo existen mínimos pasos que las culturas pueden dar deponiendo el uso de ciertas palabras que habitualmente son generadoras de actitudes racistas. En el modo y empleo de la utilización del lenguaje, y de qué manera el individuo pone el acento en el significante relegando el significado de una palabra (signo), debemos buscar la clave del asunto.
El lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913), trabajó toda su vida en la definición de estos dos componentes. El significante es una imagen acústica que en la escritura se representa a través de la grafía o letras, mientras el significado es el contenido o el concepto al que hace referencia y se encuentra en la mente del individuo.
Días atrás, en el marco de la celebración por el Día del Migrante, el Grupo de la Pastoral Migratoria del Obispado de la ciudad, organizó una doble jornada con la intención de dar a conocer la cultura chilena, específicamente los hábitos provenientes de la isla de Chiloé, ubicada en el centro del país vecino. La exposición también hizo referencia en explicar la connotación de la palabra "chilote”. Cerca de 700 alumnos de las escuelas de la ciudad se interiorizaron acerca de las diversas costumbres de los habitantes de la isla. El hecho fue significativo y apuntó más que nada a gran parte de la juventud local, que no pierde oportunidad en hacer énfasis en el significante siempre de forma peyorativa, equiparando el término con los conceptos de “negro”, “cabeza” o “villero”. Los ejemplos abundan y son innumerables.
No es nueva la historia de la resignificación de las palabras que conforman una determinada lengua donde a través de su significante se desplaza su significado transformando su perspectiva en despectiva y racista. En este caso, el individuo establece un determinado uso de la palabra “chilote”, llegando incluso a generar cierta violencia verbal. Aparece el hecho de reemplazar un concepto por otro: se cambia significante de la palabra por un concepto que nada tiene que ver con su significado matriz.
Sin embargo Saussure también afirmó que el signo lingüístico es arbitrario en el sentido que la conexión entre significante y significado no se basa en una relación causal. La prueba de tal afirmación reside en el hecho que las distintas lenguas desarrollaron diferentes signos, esto es, diferentes vínculos entre significantes y significados. De otra forma sólo una lengua existiría en el mundo. Ahora bien, aún aceptando la arbitrariedad del signo, es claro que esta conexión no es arbitraria para quienes usan una misma lengua, ya que si esto fuera así, los significados no serían estables y desaparecería la posibilidad de comunicación. La lengua es libre de establecer un vínculo entre cualquier sonido o secuencia de sonidos con cualquier idea, pero una vez establecido este vínculo, ni el individuo ni toda la comunidad es libre para deshacerlo. Tampoco es posible sustituir un signo por otro. Una vez que dicho vínculo se ha consolidado, la combinación ha de perdurar, por ende no es posible legislar el uso de la lengua.
Sin embargo, con el tiempo la lengua y sus signos, cambian. Aparecen así, lentamente, modificaciones en los vínculos entre significantes y significados. Los significados antiguos se especifican, se agregan nuevos o se clasifican de modo diferente. Tal es el ejemplo con la palabra "chilote" que a lo largo del tiempo adquirió un doble vínculo: como adjetivo ofensivo desplazando el significado matriz, aquel que hace alusión a los habitantes de la isla. Este hecho demuestra que la lengua es un conjunto de posibilidades sistemáticas y que el individuo puede modificarlas a su disposición y antojo. Aunque la sociedad es la que impone una determinada variedad de lenguas, el individuo tiene la facultad de seleccionar las posibilidades y desechar otras. De esta manera es él quién se encuentra en condiciones necesarias para modificarla. Si bien el signo (palabra) no puede cambiar de manera inmediata, si puede hacerlo a través del tiempo.
El lingüista norteamericano Noam Chomsky, considera que para estudiar la naturaleza del lenguaje es necesario comprender lo que sucede en el organismo del niño con la información que ingresa en él y las construcciones gramáticas que luego surgen de él a través del uso de la lengua. De esta forma es posible construir una idea acerca de las operaciones mentales del organismo y la transición entre lo que entra y lo que sale. Por eso aparece como fundamental que en el proceso de socialización primaria, esto es, aquella etapa por la que el individuo atraviesa la niñez para convertirse en miembro de la sociedad, operen todos los mecanismos pertinentes para que el lenguaje sea herramienta de comunicación y cohesión social y no de agresión y discriminación.
Hoy, la adolescencia juega un papel fundamental. El intenso ritmo de variación de la vida social que hoy se hace sentir, impone al hombre de este siglo, una constante revisión de sus maneras de proceder. En otras palabras, es una invitación a resocializarse continuamente. Por eso el uso del lenguaje asoma como una de las herramientas que marca nuestra evolución, tanto individual como social. El abrumador avance de las nuevas tecnologías, permite que se establezca una lucha en torno a los componentes de la palabra (signo) señalados anteriormente, una lucha que las sociedades van estableciendo dentro del lenguaje.
Si contemplamos el carácter largoplacista de la modificación del lenguaje, las diversas unidades académicas y la sociedad en su conjunto deberán tomar el ejemplo del Grupo de la Pastoral Migratoria del Obispado, en pos de fomentar un sano debate a través de los caminos y vías correspondientes. Vivimos una era donde la transmisión oral y visual de los conocimientos pareciera querer anteponerse a la palabra escrita. Un tiempo donde el significante de un signo (en este caso la palabra “chilote”) predomina institucionalizado desplazando a su significado matriz. Cuidar el lenguaje cotidiano es una manera de no fomentar el racismo, y hoy la necesidad urge más que nunca.

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